Falovelador
10/09/2010
Tenía un par de minutos para llegar y seguramente tardaría muchos más en hacerlo. La música inserta en los oídos, lo que sea para abstraerme del ritmo de la gente, el tránsito enloquecido del microcentro y la molestia del calor que se hacía sentir por vez primera en esta primavera.
A la mirada de videoclip que aprendí a tener en estos momentos, que se pierde en detalles, en formas y colores, algo la traspasó por un minúsculo instante.
Me frené y volví sobre mis pasos, creyendo tener un problema de obsesión fálica, pero no.
No era una ilusión óptica. Allí rebosante, contundente, atravesado por venas y algo encorvado, desde la vidriera de una compra-venta de antiguedades estaba, emulando quizás al dedo de E.T. cuando decía: -e.t. go home..., un radiante pene con una luz incorporada.
Estaba rodeado por pequeñas estatuas desnudas, fotos de Fidel Castro, dioses hindúes y una bola de cristal de la que caía otro ramillete de penes de todos los tamaños, era algo surrealista y todo un espectáculo kitsch para la vista de quien fuera capaz de mirar.
Por supuesto, semejante velador era digno de una foto:
Así que ya saben, si descubren que este estilo de decoración es lo que necesitaban para darle alegría a su vida, no tienen más que caminar distraídos por la calle Italia, al 700 que seguro, lo encuentran.
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