Fernando Peña Fragmento de Húndete!  

3/09/2009


El peso de las palabras, ése es el tema. No es lo mismo decir te quiero que te amo. No creo en los sinónimos, los sinónimos son la excusa del indeciso, del mediocre. Días atrás mi novio me dijo que a él le calentaba otra gente. Casi me muero, me llegó la sangre al dedo gordo del pie, pensé que estaba todo terminado, era hora de separarnos… Antes de tirarme de cabeza y firmar mi propio divorcio le dije que a mí también me calentaba otra gente, que eso no era un problema porque también me calentaba él. “¡Pero oooobvio que tambien me calentás vos!”, me dijo. “¡No, señorito, no es obvio si no decís la palabra ‘también’!”. Nada es obvio ni parecido y lo reafirmo, no creo en los sinónimos. El sinónimo perdona, permite, es flaxo, no aprieta, es el descanso del bobo. No solamente creo que hay que pensar muchísimo antes de usar cada palabra sino que mientras uno piensa hay que seguir sintiendo. ¿Qué palabra vas a usar? Por eso es dificilísimo escribir, hablar y comunicarse. La mayoría de las veces no nos comunicamos porque no nos tomamos el tiempo de elegir la palabra exacta… y una palabra determina, define.

Tengo escrita una obra de teatro que nunca estrené y que justamente habla de eso. Está escrita para un solo personaje. El personaje aparece en escena vestido de astronauta, con un casco, sus antenitas y su traje inflado. Mira al público y empieza a comentarles su idea de ir a Marte, porque hace mucho que él quiere ir a Marte. Él quiere ser el primero en pisar Marte, tiene ese sueño, ese objetivo, está convencido de que él va a ser el primero en llegar a Marte. Le cuenta al público que lo va a lograr, y cuenta cómo y de qué forma lo va a hacer. Muestra el plano de la nave, describe y explica cómo es y cómo la armó. Tiene una planilla con horarios, con plan de vuelo… en síntesis, tiene todo listo y pensado. Él va a ser el primero en llegar a Marte y punto. De repente en el medio del discurso se quiebra, se saca el casco, mira al público y les dice… “Señoras y señores, perdón, es todo mentira, yo no quiero ir a Marte, fue una realidad que construí un día cuando pronuncié palabras vacías, fue un sueño, un delirio que nació por hablar sin pensar, sin sentir… por hablar cuando no entendía ni comprendía el peso de cada palabra, fue un delirio de cuando hablaba sin conciencia, sin alma, sin corazón, sin consideración. Y fue así que un día le prometí a mi novia cuando le regalé la alianza y le dije: “Yo voy a amarte”, se lo dije sin sentir, sin miedo, sin miedo a lastimarla y con el eterno terror que tengo de estar solo. Ella se mató ayer… y me dejó una nota… la nota dice: “Me mato porque sé que vos nunca vas a llegar a amarme, adiós”. Y es cierto, yo no la amé nunca, ni iba a llegar a amarla, yo como todo varón prometo amor para poder coger… yo como todo varón soy un cobarde, un ignorante, como todo varón que no sabe hablar de sí mismo, como todo varón soy una basura, como todo varón, no soy claro ni conmigo ni con los demás… y la maté, perdón, hice que se matara. Hice que se matara porque le dije: “Yo voy a amarte”, y no era verdad… en ese momento no escuché lo que estaba diciendo, nunca escuché lo que balbuceaba, nunca escuché que la amaba… lo que escuché ese día de mi propia boca fue que yo iba a ir a Marte… (indicación para el actor: se ríe y llora)… telón.

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