EL SOMBRERO
5/28/2008
Era uno de esos sombreros negros, que en sus buenos tiempos, seguramente tuvo un estilo tanguero y que ahora, con el paso de actos infantiles, juegos y disfraces, se había convertido en una mueca de sí mismo de uso multipropósito.
Este era el caso. 25 de mayo. Juano era el vendedor de velas en el acto escolar. El sombrero con las alas para abajo, lo hacía parecer un pobre vendedor alienado de velas, harto de su rutinario trabajo.
Himno. Aplausos. Pregones. Más aplausos. Fin. Pidió conservarlo hasta el final de clases.
A la salida, caminábamos de regreso a casa. Él con el sombrero sobre su cabeza, en un simil Indiana Jones enano.
De repente me miró y propone: -probátelo.
Acomodo las alas y me lo calzo en la cabeza. Le guiño un ojo mientras pregunto: -y? qué tal?
-Guau!!! Estás linda!!!
Sonrisa amplia de mi parte.
-Te falta la bombacha...
Apertura algo exagerada de ojos de mi parte.
-El corpiño...
Alzamiento de cejas de mi parte.
-Las botas...
Revoleo descontrolado de ojos de mi parte.
-Y sos como esas chicas que aparecen en la tele!
Me sonreí, con una especie de orgullo banal. Mi hijo me tenía idealizada. Me creía hermosa y sólo me había puesto su sombrero y además implicaba...
-Claro, tendrías que bajar unos cuantos kilos...
Nuevamente revoleo de ojos de mi parte. Sonrisa esfumada.
Maldita sinceridad infantil.
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