Eduardo Galeano. El libro de los abrazos.
8/23/2010
El diagnóstico y la terapéutica
A los enfermos, cualquiera nos reconoce. Hondas
ojeras delatan que jamás dormimos, despabilados
noche tras noche por los abrazos, y padecemos fiebres
devastadoras y sentimos una irresistible necesidad de
decir estupideces.
El amor se puede provocar, dejando caer un puñadito
de polvo de quereme, como al descuido, en el café o en la
sopa o en el trago. Se puede provocar, pero no se puede
impedir. No lo impide el agua bendita, ni lo impide el
polvo de hostia; tampoco el diente de ajo sirve para nada.
El amor es sordo al Verbo divino y al conjuro de las brujas.
No hay decreto del gobierno que pueda con él, ni
pócima capaz de evitarlo, aunque las vivanderas pregonen,
en los mercados, infalibles brebajes con garantía y
todo.