DEVORANDO EL MUNDO DE JAMES TIPTON  

5/24/2008


Nací con la boca abierta...
entrando a este mundo jugoso
de duraznos y limones y sol maduro
y esta rosada y secreta carne de mujer,
este mundo donde la cena está
en el aliento del desierto sutil
en las especias del mar distante
que flotan en el sueño tarde en la noche.

Nací en alguna parte entre
el cerebro y la granada,
saboreando las texturas deliciosas
de cabello y manos y ojos,
nací del guisado del corazón,
del lecho infinito, para caminar
sobre esta tierra infinita.

Quiero alimentarte con las flores de hielo
de esta ventana de invierno,
los aromas de muchas sopas,
el perfume de velas sagradas
que por esta casa de cedro me persigue.
Quiero alimentarte con la lavanda
que se desprende de ciertos poemas,
y la canela de manzanas asándose,
y el placer simple que vemos
en el cielo cuando nos enamoramos.

Quiero alimentarte con la tierra acre
donde coseché ajos,
quiero alimentarte de memorias
surgiendo de los troncos de álamo
cuando los parto
y del humo de piñones
que se junta en torno a la casa en una noche quieta,
y los crisantemos en la puerta de la concina.

Quiero alimentarte con los colores de la lluvia
en estacionamientos desiertos,
y los pliegues de patchouli delirante
de la falda india de la mujer
en la calle Market de San Francisco,
y el incienso humano de tanta devoción
en pequeñas aldeas de Colorado y Perú.
Quiero servirte desayuno al amanecer.
Quiero servirte el pan
que sube en el polvo del desierto,
servirte el viento que vaga por los cañones,
servirte las estrellas que caen sobre la cama,
servirte el maíz Hopi antiguo de mil años,
servirte el azafrán en el atardecer del oeste,
servirte el polen delicado que silba su cancíon de cuna
a través de cada solitaria ala viviente;
quiero servirte el zumbido de las abejas
agrupadas juntas todo el invierno
comiendo su miel.







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