EL SOMBRERO  

5/28/2008


Era uno de esos sombreros negros, que en sus buenos tiempos, seguramente tuvo un estilo tanguero y que ahora, con el paso de actos infantiles, juegos y disfraces, se había convertido en una mueca de sí mismo de uso multipropósito.

Este era el caso. 25 de mayo. Juano era el vendedor de velas en el acto escolar. El sombrero con las alas para abajo, lo hacía parecer un pobre vendedor alienado de velas, harto de su rutinario trabajo.

Himno. Aplausos. Pregones. Más aplausos. Fin. Pidió conservarlo hasta el final de clases.

A la salida, caminábamos de regreso a casa. Él con el sombrero sobre su cabeza, en un simil Indiana Jones enano.

De repente me miró y propone: -probátelo.

Acomodo  las alas y me lo calzo en la cabeza. Le guiño un ojo mientras pregunto: -y? qué tal?

-Guau!!! Estás linda!!!

Sonrisa amplia de mi parte.

-Te falta la bombacha...

Apertura algo exagerada de ojos de mi parte.

-El corpiño...

Alzamiento de cejas de mi parte.

-Las botas...

Revoleo descontrolado de ojos de mi parte.

-Y sos como esas chicas que aparecen en la tele!

Me sonreí, con una especie de orgullo banal. Mi hijo me tenía idealizada. Me creía hermosa y sólo me había puesto su sombrero y además implicaba...

-Claro, tendrías que bajar unos cuantos kilos...

Nuevamente revoleo de ojos de mi parte. Sonrisa esfumada.

Maldita sinceridad infantil.

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EVA LUNA DE ISABEL ALLENDE  

5/25/2008

"Me arrepiento de los platos deliciosos rechazados por vanidad, tanto como lamento las ocasiones de hacer el amor que he dejado pasar por ocuparme de tareas pendientes o por virtud puritana, ya que, la sexualidad es un componente de la buena salud, inspira la creación y es parte del camino del alma... Por desgracia, me demoré treinta años en descubrirlo." Isabel Allende en Afrodita.

Te quitabas la faja de la cintura, te arrancabas las sandalias, tirabas a un rincón tu amplia falda, de algodón, me parece, y te soltabas el nudo que te retenía el pelo en una cola. Tenías la piel erizada y te reías. Estábamos tan próximos que no podíamos vernos, ambos absortos en ese rito urgente, envueltos en el calor y el olor que hacíamos juntos. Me abría paso por tus caminos, mis manos en tu cintura encabritada y las tuyas impacientes. Te deslizabas, me recorrías, me trepabas, me envolvías con tus piernas invencibles, me decías mil veces ven con los labios sobre los míos. En el instante final teníamos un atisbo de completa soledad, cada uno perdido en su quemante abismo, pero pronto resucitábamos desde el otro lado del fuego para descubrirnos abrazados en el desorden de los almohadones, bajo el mosquitero blanco. Yo te apartaba el cabello para mirarte a los ojos. A veces te sentabas a mi lado, con las piernas recogidas y tu chal de seda sobre un hombro, en el silencio de la noche que apenas comenzaba. Así te recuerdo, en calma.

Tú piensas en palabras, para ti el lenguaje es un hilo inagotable que tejes como si la vida se hiciera al contarla. Yo pienso en imágenes congeladas en una fotografía. Sin embargo, ésta no está impresa en una placa, parece dibujada a plumilla, es un recuerdo minucioso y perfecto, de volúmenes suaves y colores cálidos, renacentista, como una intención captada sobre un papel granulado o una tela. Es un momento profético, es toda nuestra existencia, todo lo vivido y lo por vivir, todas las épocas simultáneas, sin principio ni fin. Desde cierta distancia yo miro ese dibujo, donde también estoy yo. Soy espectador y protagonista. Estoy en la penumbra velado por la bruma de un cortinaje traslúcido. Sé que soy yo, pero yo soy también éste que observa desde afuera. Conozco lo que siente el hombre pintado sobre esa cama revuelta, en una habitación de vistas oscuras y techos de catedral, donde la escena aparece como el fragmento de una ceremonia antigua. Estoy allí contigo y también aquí, solo, en otro tiempo de la conciencia. En el cuadro la pareja descansa después de hacer el amor, la piel de ambos brilla húmeda. El hombre tiene los ojos cerrados, una mano sobre su pecho y la otra sobre el muslo de ella, en íntima complicidad. Para mí esa visión es recurrente e inmutable, nada cambia, siempre es la misma sonrisa plácida del hombre, la misma languidez de la mujer, los mismos pliegues de las sábanas y rincones sombríos del cuarto, siempre la luz de la lámpara roza los senos y los pómulos de ella en el mismo ángulo y siempre el chal de seda y los cabellos oscuros caen con igual delicadeza.

Cada vez que pienso en ti, así te veo, así nos veo, detenidos para siempre en ese lienzo, invulnerables al deterioro de la mala memoria. Puedo recrearme largamente en esa escena, hasta sentir que entro en el espacio del cuadro y ya no soy el que observa, sino el hombre que yace junto a esa mujer. Entonces se rompe la simétrica quietud de la pintura y escucho nuestras voces muy cercanas.

-Cuéntame un cuento -te digo.
-¿Cómo lo quieres?
-Cuéntame un cuento que no le hayas contado a nadie.

Rolf Carlé.


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DEVORANDO EL MUNDO DE JAMES TIPTON  

5/24/2008


Nací con la boca abierta...
entrando a este mundo jugoso
de duraznos y limones y sol maduro
y esta rosada y secreta carne de mujer,
este mundo donde la cena está
en el aliento del desierto sutil
en las especias del mar distante
que flotan en el sueño tarde en la noche.

Nací en alguna parte entre
el cerebro y la granada,
saboreando las texturas deliciosas
de cabello y manos y ojos,
nací del guisado del corazón,
del lecho infinito, para caminar
sobre esta tierra infinita.

Quiero alimentarte con las flores de hielo
de esta ventana de invierno,
los aromas de muchas sopas,
el perfume de velas sagradas
que por esta casa de cedro me persigue.
Quiero alimentarte con la lavanda
que se desprende de ciertos poemas,
y la canela de manzanas asándose,
y el placer simple que vemos
en el cielo cuando nos enamoramos.

Quiero alimentarte con la tierra acre
donde coseché ajos,
quiero alimentarte de memorias
surgiendo de los troncos de álamo
cuando los parto
y del humo de piñones
que se junta en torno a la casa en una noche quieta,
y los crisantemos en la puerta de la concina.

Quiero alimentarte con los colores de la lluvia
en estacionamientos desiertos,
y los pliegues de patchouli delirante
de la falda india de la mujer
en la calle Market de San Francisco,
y el incienso humano de tanta devoción
en pequeñas aldeas de Colorado y Perú.
Quiero servirte desayuno al amanecer.
Quiero servirte el pan
que sube en el polvo del desierto,
servirte el viento que vaga por los cañones,
servirte las estrellas que caen sobre la cama,
servirte el maíz Hopi antiguo de mil años,
servirte el azafrán en el atardecer del oeste,
servirte el polen delicado que silba su cancíon de cuna
a través de cada solitaria ala viviente;
quiero servirte el zumbido de las abejas
agrupadas juntas todo el invierno
comiendo su miel.







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THE BEATLES DISCOGRAFÍA INTERACTIVA  

5/23/2008


En este blog los leechers se van a morir de hambre, sólo pongo música que me gusta...

26 Discos, incluye las letras de las canciones es muy intuitiva, tiene reproductor incorporado, etc. etc... 
Es una "ISO"se monta un la unidad virtual para probarlo y si queremos lo quemamos con " nero, roxio, etc. etc. el preferido por ustedes" 

Esta comprimido con WinRAR, en 6 archivos 

Peso antes de comprimir: 644 MB 

peso una vez comprimido: 564'7 MB 

SO 32 bits

http://rapidshare.com/files/111054422/Beatles-26_Discos__Interactivo__PRO.part1.rar 
http://rapidshare.com/files/111061797/Beatles-26_Discos__Interactivo__PRO.part2.rar 
http://rapidshare.com/files/111107448/Beatles-26_Discos__Interactivo__PRO.part3.rar 
http://rapidshare.com/files/111146064/Beatles-26_Discos__Interactivo__PRO.part4.rar 
http://rapidshare.com/files/111153156/Beatles-26_Discos__Interactivo__PRO.part5.rar 
http://rapidshare.com/files/111155359/Beatles-26_Discos__Interactivo__PRO.part6.rar 

Todos testeados y subidos por otro, claro

Fuente: www.tangolive.com.ar    <----spam

Edito porque encontré más por menos:

BEATLES - 40 CDs

http://www.gigasize.com/get.php/3196508773/Inter-B-40.part1.rar 
http://www.gigasize.com/get.php/3196510009/Inter-B-40.part2.rar 

BEATLES - 26CDs 
http://www.gigasize.com/get.php/3196491811/Inter-B-26.rar


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PRIMER AMOR  

5/21/2008

las primeras cicatrices que el amor tatuó en mi piel...

Lo encontré tirado sobre la cama con el rostro hundido en las sábanas húmedas de llanto.

-Me duele

Dijo cuando me acerqué.

Y pensé, claro que duele. Algo se quiebra dentro cuando tu amor, no lo es.

Duele la piel del otro que no se sentirá, queman en los labios, los besos que ya no se darán. No se entiende la distancia, y enojan los silencios que no terminan.

Cuando eso pasa hasta el cuerpo protesta, y el alma se arruga hasta exprimirse en lágrimas.

Pero pensé en sus 7 años, en que no será la última vez, aunque fuera la primera.

En que amará y sufrirá en un círculo que lo implica vivo.

Y le dije ese latiguillo con el que a veces bromeamos, pero que es tan cierto por real:

-Ya se te va a pasar

Y mis lágrimas invisibles lo acompañaron un rato mientras lo abrazaba

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CONTIGO DE JOAQUÍN SABINA  

5/18/2008



Una de mis preferidas del joaquinito.

Cuando el gallego la canta, es como escucharlo a él

Y escucharla es sentirla hasta las lágrimas casi.

Me encanta.

Un amor al que no le importan las formas pero sí

que el contenido sea pasión

Quién tuviera, no?

Yo no quiero un amor civilizado,

con recibos y escena del sofá;
yo no quiero que viajes al pasado
y vuelvas del mercado
con ganas de llorar. 

Yo no quiero vecínas con pucheros;
yo no quiero sembrar ni compartir;
yo no quiero catorce de febrero
ni cumpleaños feliz. 

Yo no quiero cargar con tus maletas;
yo no quiero que elijas mi champú;
yo no quiero mudarme de planeta,
cortarme la coleta,
brindar a tu salud. 

Yo no quiero domingos por la tarde;
yo no quiero columpio en el jardin;
lo que yo quiero, corazón cobarde,
es que mueras por mí. 

Y morirme contigo si te matas
y matarme contigo si te mueres
porque el amor cuando no muere mata
porque amores que matan nunca mueren. 

Yo no quiero juntar para mañana,
no me pidas llegar a fin de mes;
yo no quiero comerme una manzana
dos veces por semana
sin ganas de comer. 

Yo no quiero calor de invernadero;
yo no quiero besar tu cicatriz;
yo no quiero París con aguacero
ni Venecia sin tí. 

No me esperes a las doce en el juzgado;
no me digas “volvamos a empezar”;
yo no quiero ni libre ni ocupado,
ni carne ni pecado,
ni orgullo ni piedad. 

Yo no quiero saber por qué lo hiciste;
yo no quiero contigo ni sin ti;
lo que yo quiero, muchacha de ojos tristes,
es que mueras por mí. 

Y morirme contigo si te matas
y matarme contigo si te mueres
porque el amor cuando no muere mata

porque amores que matan nunca mueren.


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UN HOMBRE DE CARÁCTER DE ROBERTO FONTANARROSA  

5/13/2008

Hay días en que todos tenemos ganas de putear a diestra y siniestra.

Al gobierno, al desconocido, al familiar, al vecino, al jefe, al amigo, al que nos jode, al que existe... A cualquiera que interrumpa nuestro débil y frágil ecosistema mental.

La mayoría al menos, tragamos saliva, apretamos las muelas, los puños y callamos... una vez más.

Pero no todos, miren a Julito

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GRAFFITI DE JULIO CORTÁZAR  

5/09/2008


Tantas cosas que empiezan y acaso acaban como un juego, supongo que te hizo gracia encontrar un dibujo al lado del tuyo, lo atribuiste a una casualidad o a un capricho y sólo la segunda vez te diste cuenta que era intencionado y entonces lo miraste despacio, incluso volviste más tarde para mirarlo de nuevo, tomando las precauciones de siempre: la calle en su momento más solitario, acercarse con indiferencia y nunca mirar los grafitti de frente sino desde la otra acera o en diagonal, fingiendo interés por la vidriera de al lado, yéndote en seguida.  

Tu propio juego había empezado por aburrimiento, no era en verdad una protesta contra el estado de cosas en la ciudad, el toque de queda, la prohibición amenazante de pegar carteles o escribir en los muros. Simplemente te divertía hacer dibujos con tizas de colores (no te gustaba el término grafitti, tan de crítico de arte) y de cuando en cuando venir a verlos y hasta con un poco de suerte asistir a la llegada del camión municipal y a los insultos inútiles de los empleados mientras borraban los dibujos. Poco les importaba que no fueran dibujos políticos, la prohibición abarcaba cualquier cosa, y si algún niño se hubiera atrevido a dibujar una casa o un perro, lo mismo lo hubieran borrado entre palabrotas y amenazas. En la ciudad ya no se sabía demasiado de que lado estaba verdaderamente el miedo; quizás por eso te divertía dominar el tuyo y cada tanto elegir el lugar y la hora propicios para hacer un dibujo.  

Nunca habías corrido peligro porque sabías elegir bien, y en el tiempo que transcurría hasta que llegaban los camiones de limpieza se abría para vos algo como un espacio más limpio donde casi cabía la esperanza. Mirando desde lejos tu dibujo podías ver a la gente que le echaba una ojeada al pasar, nadie se detenía por supuesto pero nadie dejaba de mirar el dibujo, a veces una rápida composición abstracta en dos colores, un perfil de pájaro o dos figuras enlazadas. Una sola vez escribiste una frase, con tiza negra: A mí también me duele. No duró dos horas, y esta vez la policía en persona la hizo desaparecer. Después solamente seguiste haciendo dibujos.  

Cuando el otro apareció al lado del tuyo casi tuviste miedo, de golpe el peligro se volvía doble, alguien se animaba como vos a divertirse al borde de la cárcel o algo peor, y ese alguien como si fuera poco era una mujer. Vos mismo no podías probártelo, había algo diferente y mejor que las pruebas más rotundas: un trazo, una predilección por las tizas cálidas, un aura. A lo mejor como andabas solo te imaginaste por compensación; la admiraste, tuviste miedo por ella, esperaste que fuera la única vez, casi te delataste cuando ella volvió a dibujar al lado de otro dibujo tuyo, unas ganas de reír, de quedarte ahí delante como si los policías fueran ciegos o idiotas. Empezó un tiempo diferente, más sigiloso, más bello y amenazante a la vez. Descuidando tu empleo salías en cualquier momento con la esperanza de sorprenderla, elegiste para tus dibujos esas calles que podías recorrer de un solo rápido itinerario; volviste al alba, al anochecer, a las tres de la mañana. Fue un tiempo de contradicción insoportable, la decepción de encontrar un nuevo dibujo de ella junto a alguno de los tuyos y la calle vacía, y la de no encontrar nada y sentir la calle aún más vacía. Una noche viste su primer dibujo solo; lo había hecho con tizas rojas y azules en una puerta de garage, aprovechando la textura de las maderas carcomidas y las cabezas de los clavos. Era más que nunca ella, el trazo, los colores, pero además sentiste que ese dibujo valía como un pedido o una interrogación, una manera de llamarte. Volviste al alba, después que las patrullas relegaron en su sordo drenaje, y en el resto de la puerta dibujaste un rápido paisaje con velas y tajamares; de no mirarlo bien se hubiera dicho un juego de líneas al azar, pero ella sabría mirarlo. Esa noche escapaste por poco de una pareja de policías, en tu departamento bebiste ginebra tras ginebra y le hablaste, le dijiste todo lo que te venía a la boca como otro dibujo sonoro, otro puerto con velas, la imaginaste morena y silenciosa, le elegiste labios y senos, la quisiste un poco.  

Casi en seguida se te ocurrió que ella buscaría una respuesta, que volvería a su dibujo como vos volvías ahora a los tuyos, y aunque el peligro era cada vez mayor después de los atentados en el mercado te atreviste a acercarte al garage, a rondar la manzana, a tomar interminables cervezas en el cafe de la esquina. Era absurdo porque ella no se detendría después de ver tu dibujo, cualquiera de las muchas mujeres que iban y venían podía ser ella. Al amanecer del segundo día elegiste un paredón gris y dibujaste un triángulo blanco rodeado de manchas como hojas de roble; desde el mismo café de la esquina podías ver el paredón (ya habían limpiado la puerta del garage y una patrulla volvía y volvía rabiosa), al anochecer te alejaste un poco pero eligiendo diferentes puntos de mira, desplazándote de un sitio a otro, comprando mínimas cosas en las tiendas para no llamar demasiado la atención. Ya era noche cerrada cuando oíste la sirena y los proyectores te barrieron los ojos. Había un confuso amontonamiento junto al paredón, corriste contra toda sensatez y sólo te ayudó el azar de un auto dando vuelta a la esquina y frenando al ver el carro celular, su bulto te protegió y viste la lucha, un pelo negro tironeado por manos enguantadas, los puntapiés y los alaridos, la visión entrecortada de unos pantalones azules antes de que la tiraran en el carro y se la llevaran.  

Mucho después (era horrible temblar así, era horrible pensar que eso pasaba por culpa de tu dibujo en el paredón gris) te mezclaste con otras gentes y alcanzaste a ver un esbozo en azul, los trazos de ese naranja que era como su nombre o su boca, ella así en ese dibujo truncado que los policías habían borroneado antes de llevársela; quedaba lo bastante como para comprender que había querido responder a tu triángulo con otra figura, un círculo o acaso un espiral, una forma llena y hermosa, algo como un sí o un siempre o un ahora.  

Lo sabías muy bien, te sobraría tiempo para imaginar los detalles de lo que estaría sucediendo en el cuartel central; en la ciudad todo eso rezumaba poco a poco, la gente estaba al tanto del destino de los prisioneros, y si a veces volvían a ver a uno que otro, hubieran preferido no verlos y que al igual que la mayoría se perdieran en ese silencio que nadie se atrevía a quebrar. Lo sabías de sobra, esa noche la ginebra no te ayudaría más a morderte las manos, a pisotear tizas de colores antes de perderte en la borrachera y en el llanto.  

Sí, pero los días pasaban y ya no sabías vivir de otra manera. Volviste a abandonar tu trabajo para dar vueltas por las calles, mirar fugitivamente las paredes y las puertas donde ella y vos habían dibujado. Todo limpio, todo claro; nada, ni siquiera una flor dibujada por la inocencia de un colegial que roba una tiza en la clase y no resiste el placer de usarla. Tampoco vos pudiste resistir, y un mes después te levantaste al amanecer y volviste a la calle del garage. No había patrullas, las paredes estaban perfectamente limpias; un gato te miró cauteloso desde un portal cuando sacaste las tizas y en el mismo lugar, allí donde ella había dejado su dibujo, llenaste las maderas con un grito verde, una roja llamarada de reconocimiento y de amor, envolviste tu dibujo con un óvalo que era también tu boca y la suya y la esperanza. Los pasos en la esquina te lanzaron a una carrera afelpada, al refugio de una pila de cajones vacíos; un borracho vacilante se acercó canturreando, quizo patear al gato y cayó boca abajo a los pies del dibujo. Te fuiste lentamente, ya seguro, y con el primer sol dormiste como no habías dormido en mucho tiempo.  

Esa misma mañana miraste desde lejos: no lo habían borrado todavía. Volviste al mediodía: casi inconcebiblemente seguía ahí. La agitación en los suburbios (habías escuchado los noticiosos) alejaban a la patrulla de su rutina; al anochecer volviste a verlo como tanta gente lo había visto a lo largo del día. Esperaste hasta las tres de la mañana para regresar, la calle estaba vacía y negra. Desde lejos descubriste otro dibujo, sólo vos podrías haberlo distinguido tan pequeño en lo alto y a la izquierda del tuyo. Te acercaste con algo que era sed y horror al mismo tiempo, viste el óvalo naranja y las manchas violetas de donde parecía saltar una cara tumefacta, un ojo colgando, una boca aplastada a puñetazos. Ya sé, ya sé ¿pero qué otra cosa hubiera podido dibujarte? ¿Qué mensaje hubiera tenido sentido ahora? De alguna manera tenía que decirte adiós y a la vez pedirte que siguieras. Algo tenía que dejarte antes de volverme a mi refugio donde ya no había ningún espejo, solamente un hueco para esconderme hasta el fin en la más completa oscuridad, recordando tantas cosas y a veces, así como había imaginado tu vida, imaginando que hacías otros dibujos, que salías por la noche para hacer otros dibujos. 

Tomado del libro "Queremos tanto a Glenda", 1980. Editorial Sudamericana

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FE DE ERRATAS DE IVAN NOBLE  

5/03/2008

Ideal para el humor de hoy

Donde dice "hasta el cielo"  

debiera decir "no me alcanza"  
Cuando digo "te espero",  
que conste, te pido revancha  
Donde dice "certezas",  
debería decir "disparates"  
Debiera decir "flor de idiota"  
si juro "jamases"Donde fui un mamarracho  
debería haber sido una sombra  
Cuando era más joven debiera haber sido más cosas  
Donde digo "hasta siempre",  
debería decir "ya veremos"  
Cuando muero por vos  
debería morirme de viejo  
Porque a veces me escucho  
y hay veces que me doy la espalda  
y es por eso que pongo en la mesa esta fe de erratas  
de mi corazón...  
Debiera decir "cobardía"  
donde digo "por las dudas"  
Cuando soy un cretino  
debiera serlo sin mayúsculas  
Cuando pido "socorro",  
debería decir "no me quejo"  
Donde empiezan tus piernas  
debieran quedarse mis besos  
Cuando juego a perderte,  
debería perder sin excusas  
Debería decir "¿para qué?"  
cuando digo "me sobra"  
Donde pido "olvidáme",  
debería aclarar "no es urgente"  
Cuando digo "futuro"  
debiera avisar "no me corras"  
Lo que sueñan mis sueños  
a veces lo embarran mis ganas  
y es por eso que pongo en la mesa esta fe de erratas  
de mi corazón...  
Porque a veces me escucho  
y hay veces que me doy la espalda  
y es por eso que pongo en la mesa esta fe de erratas.  
 
Fe de erratas: donde dice "debería",  

debe decir "debiera" o "debiese".


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ÁNGEL O DEMONIO DE JUAN CARLOS BAGLIETTO  

5/02/2008

Soy el principito
en el asteroide de tu corazón.

Soy el Humphrey Bogart
que te roba un beso
al lado del avión


La locomotora
que te arrastra en sueños
a la perdición.


Estoy en tu bolso
con los documentos
y el encendedor.


Soy el espejito
que te observa a diario
en el ascensor.

Para subir al cielo.
si te hace falta un ángel,
si te hace falta un ángel
para subir al cielo

para ir al quinto infierno,
si precisás un diablo,
si precisás un diablo
para ir al quinto infierno,

que te convierta en fuego;
si te hace falta un mago,
si te hace falta un mago
que te convierta en fuego;

de todo el universo;
si precisás un guía
de todo el universo;
ése soy yo, ése soy yo...
ése soy yo, ése soy yo...

Soy el perro pluto
que reclama el hueso
de tu compasión.

Soy la perestroika
que exige transparencia
en tu ropa interior

Soy la mariposa
que está dibujada
en tu bronceador;

estoy en tu bolso
con los documentos
y el encendedor.

Soy el espejito
que te observa a diario
en el ascensor


Para subir al cielo.
si te hace falta un ángel,
si te hace falta un ángel
para subir al cielo

para ir al quinto infierno,
si precisás un diablo,
si precisás un diablo
para ir al quinto infierno,

que te convierta en fuego;
si te hace falta un mago,
si te hace falta un mago
que te convierta en fuego;

de todo el universo;
si precisás un guía
de todo el universo;

ése soy yo, ése soy yo...
ése soy yo, ése soy yo...
ése soy yo, ése soy yo...

Si te hace falta un ángel,
para subir al cielo,
si precisás un diablo,
para ir al quinto infierno,
si te hace falta un mago
que te convierta en fuego,
si precisás un guía,
de todo el universo
ése soy yo, ése soy yo...
ése soy yo, ése soy yo...
ése soy yo, ése soy yo...

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